SGA (Sistema de Gestión Medioambiental)

Los compromisos de la certificación SGA se basan en cuatro pilares principales, cada uno de los cuales representa una dimensión clave del enfoque medioambiental y de sostenibilidad en el sector vitivinícola.

1. Preservar los recursos hídricos

• El agua es un recurso precioso y su manejo responsable es esencial para el proceso de producción del vino. Las empresas certificadas por el SGA se comprometen a aplicar medidas para optimizar el uso del agua, reducir las pérdidas y minimizar el impacto sobre los recursos hídricos locales. Esto puede incluir la aplicación de técnicas de riego precisas, la recolección y reutilización del agua de lluvia y la concientización de los empleados sobre el uso responsable del agua.

2. La limitación en el uso de insumos

• Limitar el uso de insumos, como los productos químicos, tiene como objetivo proteger el medio ambiente. Las empresas certificadas se comprometen a utilizar prácticas alternativas respetuosas con el medio ambiente para proteger la salud de los suelos, las plantas, la fauna y las personas. Esto puede incluir el uso de métodos de control biológico contra enfermedades y plagas, la promoción de la biodiversidad funcional para mantener el equilibrio ecológico y la aplicación de buenas prácticas de gestión de fertilizantes y pesticidas.

3. La preservación de la biodiversidad

• Las empresas con certificación SGA – ISO 14001 se comprometen a poner en marcha acciones concretas para preservar los ecosistemas locales y promover la diversidad biológica. Esto puede incluir la creación de zonas de biodiversidad en las explotaciones vitivinícolas, la preservación de los hábitats naturales, la plantación de árboles y setos para fomentar la biodiversidad y la promoción de prácticas agrícolas respetuosas con la flora y la fauna silvestres.

4. Limitar la dependencia energética

• Por último, el cuarto pilar de la certificación SGA pretende limitar la dependencia energética y fomentar la eficiencia energética y las energías renovables. Las empresas certificadas se comprometen a reducir su consumo de energía, aplicar medidas de eficiencia energética en sus instalaciones y fomentar el uso de energías renovables, como la solar o la eólica. Esto puede incluir la instalación de paneles solares, la optimización de los procesos de elaboración del vino para reducir el consumo de energía y la concientización de los empleados sobre la importancia del ahorro energético.

Cada empresa avanza a su propio ritmo en el proceso de certificación del SGA, en función de los objetivos que se haya fijado. El proceso de certificación consta de varias etapas clave.

En primer lugar, se realiza un diagnóstico medioambiental para evaluar el estado actual de la empresa en cuanto a prácticas medioambientales.

A continuación se define una política medioambiental en la que se fijan los objetivos y las acciones que deben llevarse a cabo. Se elabora un plan de acción para poner en práctica estos compromisos. Se organizan cursos de capacitación y visitas técnicas para sensibilizar y capacitar al personal en buenas prácticas medioambientales. Las empresas también deben controlar los indicadores y realizar auditorías internas para evaluar sus progresos.

Por último, una vez implantados todos estos elementos, se concede la certificación SGA, que acredita el compromiso de la empresa con la preservación del medio ambiente.